A 200 kilómetros al norte de Mazatlán y a sólo 45 minutos de Culiacán, la capital sinaloense, se encuentra un paradisíaco paisaje de dunas y playas bañadas por el Mar de Cortés llamado Altata.

La bahía de Altata vivió sus días de gloria en 1830 cuando era un importante puerto comercial. Llegó a ser considerado por su tráfico, el segundo puerto en importancia del estado de Sinaloa. Su magnífica posición geográfica la convirtió en punto clave para la llegada de mercancías traídas de otros países y su posterior distribución a todo el territorio mexicano.

Así mismo, su importancia radicaba en que además de Sinaloa, estados como Chihuahua y Durango lo utilizaban para dar salida a su producción agrícola, industrial y minera a otros estados de la República y a ciudades en el extranjero gracias a su conexión con San Francisco. Altata era entonces una bahía de suma importancia mercantil para el estado.